Ni siquiera en otoños de lágrimas,
cubiertos con mantos de ansiedad
dejas que el tiempo te arranque
ese aura de belleza que siempre estuvo en tu piel.
Oh! amada mia! En nuestros mejores dias.
Y aunque canten los más hermosos sonetos
sobre la muerte de tu estrella,
siempre brillas en tu interior,
alimentando mi fuego eterno.
Nunca, con el paso de los años, dejare de soñarte.
Esperandote, con oxidada armadura de llanto,
y espada manchada de mi propia sangre.
Bajo lluvias de flechas de tristeza, que rebotan en mi,
pero dejan marcas en mi corazón sin siquiera rozarlo.
Y te veo, a lo lejos... arrodillada por mis errores,
deseando jamas haberme conocido, pero feliz de haberlo hecho.
Es entonces cuando la oscura figura se acerca a vos,
delineando los ojos de un tono gris,
denotando amargura,
arrancandote ese brillo interior,
y arrastrandote lejos de mi campo de batalla.
Ese es el momento en el que mi corazón, desprotegido,
es derrotado por esos arqueros de la tristeza,
llamados angustia, olvido e incertidumbre.
Y es entonces cuando nuevamente
mi espada toma el color de los rojos cielos del otoño,
dejando escapar un grito a venas abiertas.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment